Despedida ronda 24-25

Despedida ronda 24-25

Érase una vez, en un campamento muy muy lejano, en lo profundo de un bosque donde los árboles contaban secretos al viento y las estrellas vigilaban desde lo alto; un Grupo Scout se reunía cada año en el claro más amplio del campamento. No importaba cuántas aventuras vivieran ni cuántas adversidades superaran, al final de cada año se encontraban allí para contar su historia.

Una noche, cuando el calendario estaba a punto de dar su último suspiro, el Grupo se sentó en círculo. Entonces, el más joven preguntó: “¿Por qué nos reunimos siempre al final del año?”

Y el más sabio, el que llevaba más lunas en su pañoleta respondió: “Porque cada año es como una expedición. Comienza con mapas en blanco y mochilas llenas de sueños. A lo largo del camino tropezamos, reímos, aprendemos, y cuando llegamos al final… miramos atrás para recordar qué tan lejos hemos llegado”.

Entonces, recordaron los campamentos bajo las estrellas, las canciones que rompieron el silencio de la noche, las caminatas interminables y las veces que los compañeros fueron la brújula que los guio. Cada anécdota era como una chispa que mantenía vivo el fuego.

Hace 50 años alguien soñó con un grupo donde los valores, la aventura y el servicio fueran la luz que guía nuestro camino. Ese sueño tomó forma con una pañoleta al cuello, una promesa en el corazón y un fuego que se encendía por primera vez.

Hoy, 5 décadas después – o medio siglo, que suena mejor- celebramos más que un aniversario. Celebramos a quienes nos guiaron, a quienes caminaron a nuestro lado, y a quienes seguirán el sendero que hemos trazado con huellas de compromiso.

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