Los pioneros en el verano del año 2014…

Los pioneros en el verano del año 2014…

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-¿Es verdad que el imperio inca existió?,- le pregunta un niño a su abuelo.

-¡Claro que sí!,- responde el abuelo sin dejar casi que el niño termine su pregunta. -Se llamaba el imperio Tahuantinsuyo, y de hecho, mi querido nieto, estuvieron en la tierra por mucho tiempo-.

-¿Así? ¿Cuántos años estuvieron?-, pregunta el niño emocionado.

-Muchos. Muchísimos. Pero no se sabe a ciencia cierta. Se cuenta que hubo una época donde los Amautas, jefes incas, tenían que ser relevados, se necesitaba un cambio joven y es que, en esos momentos, las fuerzas del imperio inca estaban ya débiles. Pero se solucionó, al final se encontró a quien tomase posesión y ¡qué bien lo hizo después!

-¿Cómo fue esa historia abuelito? Yo quiero que me la cuentes,- insiste el niño ante la mirada perezosa de su abuelo.

-Todo empezó en el verano del año 2014, donde los grandes Amautas del imperio seleccionaron a 22 jóvenes valerosos para llevarles a Rocamundo, tierra donde las grandes rocas pueblan el terreno y el agua corre por el río muy fría. Allí, estos jóvenes pioneros del Grupo Scout Sayela se enfrentaron a 17 días de conocimiento inca, servicio a los demás, compañerismo y convivencia con otros y ellos mismos… ¡Toda una gran aventura! Te hubiera gustado mucho a ti,- le relata sonriente el abuelo a su nieto. Y es que es una historia que no se cansa de contar.

-¡Qué divertido! Me hubiera encantado ser de esos 22 muchachos que fueron allí. ¿Me puedes contar más abuelito? De lo que hicieron, lo que vivieron, ¿qué tuvieron que hacer para ser los siguientes Amautas en el imperio?,- despega a preguntar el chiquillo con gran interés por la historia que está contándole su abuelo.

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-Los 22 pioneros se reunieron en tierra cántabra el 14 de junio, ese mismo día se encontraron allí con sus respectivas familias: YAKUY (rana), ILLARI (puma), URK´O (cóndor), HAKAN (serpiente). Durante los dos primeros días estuvieron descargando y aclimatando la zona para lo que sería su gran ciudad durante los siguientes 15 días. Construyeron un tótem que representaría la unión de las cuatro familias, un PH y su valla, un gran mástil en el centro de la plaza que ondeaba las banderas que les representaban y entre todo esto, y muchas más actividades, cavaron grandes pozos para diversas cosas.

-¿Qué cosas?-, pregunta el niño.

-¡Ay hijo, a tanto no llego! Pues serán para sus necesidades… ¡yo que sé!,- contesta el abuelo.

-Vale, vale, pero venga, cuenta la historia,-insiste el pequeño.

-¡Pero si no me dejas! Tanta interrupción me distrae…,- refunfuña el abuelo. -Los Amautas necesitaban relevarse, y éstos elegirían al finalizar la convivencia a los sustitutos de su cargo. En el imperio inca todo el mundo pertenece al mismo nivel, no hay clases, castas o jerarquías, pero sí se necesitaba organizar y los encargados de ello debían ser personas muy ajustadas al cargo. El día a día durante los 17 días, fueron la prueba que los amautas necesitaban para ir observando quienes podían desempeñar mejor la tarea… que familia, al fin y al cabo, estaba más preparada.

-¿Y quién lo consiguió finalmente?,-pregunta el niño intrigado.

-Fueron muchos los momentos que vivieron, hicieron una marcha volante durante cuatro días atravesando de provincia a provincia y volviendo de nuevo, descubriendo en ella increíbles paisajes y una gran naturaleza reflejada en los aguas de la zona. Consiguieron conocerse un poquito más personalmente, caminaron solos y acompañados, conversando o simplemente escuchando, pero al fin y al cabo, viviendo. También se fueron de raid, otra gran aventura particular que cada uno vivió.

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-Abuelo, ¿qué son los raid?,- interrumpe el niño.

-Es una costumbre scout que los Amautas decidieron adueñarse para este campamento. Durante dos días los muchachos se van por parejas a lugares cercanos haciendo un servicio a los demás y éstos les acogen a cambio. Es muy interesante.
-¿Yo puedo hacer eso entonces abuelito?,-pregunta rápidamente.

-¡Cuando seas mayor!, aún no tienes edad.

-Bueno, ¿entonces al final quién sustituyó finalmente a los Amautas?,- insiste el pequeño.

-Todos los días, al comenzar o al acabar el día, hacían rituales dando gracias a los dioses en los que creían que, aunque parezca una cultura muy diferente, no dejaban de agradecer las mismas cosas que a nosotros también hoy nos rodean… como son el sol, las semillas, la luna, el agua, o la misma tierra que pisamos. En ellos también se hacía entrega de un brazalete dorado y quien hubiese resaltado positivamente ese día, por sus buenas acciones o buen comportamiento, era merecedor de portar la gran joya. Ellos mismos acabaron siendo los que señalaban a la persona que merecía llevar dicha brazalete, puesto que eran críticos consigo mismos y reconocían el trabajo y el cambio positivo de los demás.

-¿O sea que no hubo ganador, no?,-pregunta ya cansino el niño.

-¡Qué si lo hubo, pesado!, pero espérate un poco que la historia es bien bonita, hombre,-responde alterado el abuelo.-El caso es que al final sí hubo relevo, los Amautas no lo tuvieron nada fácil para elegir, pero tras una gran competición final, donde por familias tuvieron que organizarse para cocinar y compartir para ganar, se definió quiénes serían los siguientes representantes.

-¿Y qué pasó tras el gran juego?

-Una noche después, en una gran velada de unidad, se comunicó que la familia ILLARI (los pumas) había demostrado ser la mejor. Pero como te he explicado antes, hijo mío, los incas no tenían jerarquías, ILLARI simplemente sería la cabeza representante de las voces de los demás, simplemente ayudaría y serviría… y en una gran fiesta, los incas celebraron que aquel verano el imperio sobrevivió por el cambio que se tomó,- termina el abuelo su relato mientras su nieto da un salto de alegría y se va corriendo a ponerse su disfraz de inca.

Todo campamento scout debería ser un cuento… en ellos la magia y el sentimiento del Escultismo se ve más reflejado que nunca, y los pioneros queremos seguir pensando que un mundo mejor es posible a la vez que trabajamos y jugamos.

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